“Fíjate que el radicalismo posible de Antauro Humala no me preocupa”, le dice a su entrevistado, Jorge Paredes Terry, nada menos. “Porque creo que, si el Congreso tiene capital humano suficiente y autoridad suficiente, podría, democráticamente hablando, controlar a un Ejecutivo que podría radicalizarse”, concluye en su programa del canal Nativa. Más allá de los condicionales, sorprende que el conductor se apoye en el Congreso para ponerle freno a un radicalizado Antauro, valga la tautología. Sobre todo considerando cómo ha editorializado sobre el Congreso en tiempos del golpista Pedro Castillo.

Lo que no sorprende es la falsa equivalencia que, desde tiempos del sombrero, busca equiparar todas las atrocidades del gobierno con cualquier tontería de la oposición para neutralizarla. “A mí lo que me preocupa es que la derecha construya una narrativa del demonio de Antauro”, dice Cornejo, trivializando la ‘Teoría de los dos demonios’ argentina, versión lapicito. “Parece que es el próximo demonio a batir, Jorge”.

Como si hiciese falta demonizar a Antauro Humala. Como si no bastase con leer los libros y las entrevistas del etnocacerista para conocer sus propuestas: cerrar el Congreso, liquidar el TC, desterrar a los homosexuales, fusilar a quienes considera corruptos, legalizar las drogas, instaurar la ‘nación cobriza’ y secuestrar al rey de España.

No, la derecha no necesita satanizar a Antauro. Antauro se sataniza solo.

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