Mundo Libre está por cerrar sus puertas por falta de recursos. (Instituto Mundo Libre)
Mundo Libre está por cerrar sus puertas por falta de recursos. (Instituto Mundo Libre)

La pobreza y la violencia en los hogares de nuestro país no permiten a millones de niños y adolescentes proyectarse hacia un futuro prometedor. En el se parte de esta realidad para crear un espacio seguro, donde menores de edad rescatados de las drogas, la delincuencia y la prostitución tienen una nueva oportunidad.

Así lo asegura su fundadora y directora, Marilú de Cossío de Gonzales Posada, quien desde esta trinchera combate la desigualdad a través del amor y la educación.

Mundo Libre se inició en una cochera de Lince y hoy cuenta con un terreno de 13 mil metros cuadrados con colegio, habitaciones y losas deportivas en Pachacamac.

En Mundo Libre los niños tiene a su disposición más de once talleres, necesarios para su formación. (Instituto Mundo Libre)
En Mundo Libre los niños tiene a su disposición más de once talleres, necesarios para su formación. (Instituto Mundo Libre)

De acuerdo con Marilú, el 80% de los 4,080 jóvenes que han pasado por estas instalaciones son profesionales. Varios de ellos estudian en institutos superiores y tres de ellos han obtenido la ansiada Beca 18, demostrando su capacidad académica y sus ganas de salir adelante.

Además, Mundo Libre tiene talleres de cómputo, cerámica, carpintería, manualidades, baile, música, tejido, corte y confección, deportes, cocina, hostelería, elaboración de velas, jabones, etcétera.

“Mis niños nunca se morirán de hambre con todo lo que aprenden, y si ellos quieren una carrera técnica, tratamos de conseguirla”, sostiene con voz firme Marilú, quien no escatima esfuerzos para que su gente apunte siempre hacia lo más alto.

Tiempos de incertidumbre

Marilú construyó Mundo Libre con paciencia y dedicación durante 36 años. Por ello, le resulta incomprensible que el impacto del coronavirus y el desinterés del Estado estén por destruir el proyecto. Que sus niños vuelvan a las calles no es una opción y por eso ha decidido luchar hasta el final.

La comunidad funcionaba gracias a las donaciones y benefactores, que lamentablemente ya no pueden continuar aportando económicamente debido al impacto que ha tenido la pandemia en el Perú y en el mundo.

Al ver reducido el presupuesto institucional, Marilú, se vio obligada a reducir a su personal de 34 a 16 personas.

Actualmente hay veinte niñas y veinte niños en el albergue. (Instituto Mundo Libre)
Actualmente hay veinte niñas y veinte niños en el albergue. (Instituto Mundo Libre)

El 11 de marzo las puertas de esta comunidad terapéutica se cerraron oficialmente por la seguridad de sus residentes, en un intento por evitar el ingreso del COVID-19. Ese día también se retiraron varios adolescentes del centro, que tiene capacidad para albergar a 125 menores. Hoy solo permanecen ahí 40 niños y niñas.

“Es un sector invisible que no existe para las políticas del gobierno, no se asigna ni un solo centavo del presupuesto. No quiero creer que a nadie le importan los niños de la calle”, lamenta Marilú.

La incertidumbre no le deja dormir en paz porque no sabe a dónde irán a parar sus ‘hijos’ en caso no quede más opción que tirar la toalla.

“He tocado las puertas del Ministerio de la Mujer hasta desaparecer los nudillos de mis manos”, cuenta.

Advierte que son las organizaciones privadas que trabajan con poblaciones vulnerables las que necesitan hoy más que nunca apoyo para seguir funcionando.

“Que cese la indiferencia, que se apoye a tanta ONG de buena voluntad y que de ser necesario, se les inspeccione. Tengo que pagar el sueldo a mis tutores, al psicólogo y al poco personal que he podido mantener conmigo”, manifiesta preocupada, porque también debe cubrir los servicios de agua, luz e Internet para garantizar que sus niños continúen con las clases escolares en Aprendo en Casa.

El proyecto tiene 36 años funcionando en el Perú gracias al trabajo con embajadas y donaciones del extranjero. Hoy ya no tiene esos recursos por la pandemia. (Instituto Mundo Libre)
El proyecto tiene 36 años funcionando en el Perú gracias al trabajo con embajadas y donaciones del extranjero. Hoy ya no tiene esos recursos por la pandemia. (Instituto Mundo Libre)

Una mano al corazón

Marilú sabe cada una de las historias que se esconden detrás de las paredes de Mundo Libre. Conoce las desdichas de sus ‘hijos’ y todavía se conmueve cuando recuerda cómo todos lograron sobrevivir el abandono y la crueldad del ser humano.

“Todos los que hemos tenido privilegios, que hemos tenido buenos padres, una educación, una vida productiva, tenemos la obligación ética y moral de hacer algo por quien no tuvo esa oportunidad, porque esos niños y niñas hemos podido ser nosotros, han podido ser nuestros hijos”, refiere, convencida de que su fortaleza física y emocional le permitirá encontrar una solución.

Si la respuesta de las autoridades nunca llega, Marilú confía en que personas de buena voluntad apadrinarán a cada uno de los cuarenta menores que permanecen bajo su cuidado. Espera que este mensaje que compartimos a través de nuestro diario llegue a gente con empatía y preocupación por la niñez.

“La vida fue buena conmigo, tuve una infancia y juventud feliz, no puedo permitirme ser ajena a este tema al que me dedico con alma, vida y corazón”, señala Marilú, quien también es madre y abuela. “Aquí entra el niño sin saber por qué está en el mundo y sale con valores, principios y con proyección de futuro para su propia vida”, asegura.

Si desea conocer más sobre el trabajo del Instituto Mundo Libre, puede ingresar a su página web: . Su aporte puede hacer el cambio.

Tenga en cuenta:

Si desea colaborar con Mundo Libre haciendo una donación personal o institucional, las cuentas son:

  • BCP AHORRO DÓLARES 193-96510637-1-90
  • CORRIENTE SOLES 193-1510297-0-24
  • CORRIENTE DÓLARES 193-1492969-1-02
  • CONTINENTAL CORRIENTE SOLES 0011-0114-0100003333-60
  • CORRIENTE DÓLARES 0011-0114-0100005417-69

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