[OPINIÓN] Iván Arenas: “La izquierda indefinida y la minería moderna”. (Foto: Instituto de Ingenieros de Minas del Perú)
[OPINIÓN] Iván Arenas: “La izquierda indefinida y la minería moderna”. (Foto: Instituto de Ingenieros de Minas del Perú)

Ninguno que se llame a sí mismo marxista podría negar el reconocimiento que en las célebres páginas del Manifiesto Comunista se le hace al desarrollo de las fuerzas productivas y al capitalismo en general. Contrario a eso, la izquierda de todos los colores, y en particular la izquierda indefinida, posextractivista y posmoderna, ha declarado una guerra del fin del mundo a la minería moderna que es moderna porque cumple los estándares técnicos, sociales, ambientales y laborales, amén de su contribución a la reducción de pobreza y a la tributación.

Vale incidir que en esa deuda con el marxismo, la izquierda de nuestros días también se ha permitido mal leer a José Carlos Mariategui y su interpretación racional, material y objetiva del indigenismo, no obstante que hoy la misma zurda alienta los denominados pueblos indígenas anteriores a la constitución del proyecto del Estado Nación peruano, un sin sentido en el materialismo histórico como tal, pero ello es harina de otro costal.

Ahora bien, sin el desarrollo de las fuerzas productivas, en este caso de la minería, en un determinado territorio es imposible el proyecto de la modernidad y la construcción de ciudadanía. Algo de ello fue entendido por el propio Allende cuando declaró que el “cobre era el sueldo de Chile” y allí zanjó la discusión política e ideológica sobre los recursos provenientes del metal rojo.En nuestro país, la izquierda indefinida (por sus divagaciones metafísicas e irracionales) se ha encargado de construir las narrativas potentes contra la minería moderna, que cumple ahora una de las legislaciones y normativas más duras si se compara con otros países y con otras épocas. Sin las narrativas y los mitos oscurantistas construidos contra la minería moderna por la izquierda indefinida no tendríamos hoy una oposición social (que aunque minoritaria, existe) y una percepción negativa de su desarrollo en el imaginario nacional.

Pero lo cierto es que sin minería moderna no hay crecimiento de la economía, disminución de pobreza y aumento de empleo formal y de calidad. Allí están los abundantes datos que no vale ahora colocar.El problema es que frente a los datos, números e informes técnicos, la izquierda y sus operadores utilizan el negacionismo. De existir una izquierda racionalista, no posmoderna, sino moderna, apostaría por mayores inversiones mineras, mayores capitales privados para la construcción de una burguesía nacional, como ahora a pesar de todo se sigue haciendo. Miren si no las zonas aledañas a las operaciones mineras que han emergido nuevas clases empresariales. Donde hubo campesinos ahora hay empresarios proveedores prósperos.

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