[OPINIÓN] Iván Arenas: “El posmodernismo contra la minería moderna”. (Foto: Minería y Desarrollo)
[OPINIÓN] Iván Arenas: “El posmodernismo contra la minería moderna”. (Foto: Minería y Desarrollo)

Estimado lector, usted se preguntará a qué me refiero con respecto al título de esta columna y lo explico a continuación. El movimiento opositor a la minería moderna en el Perú, pequeño, pero potente, ha desarrollado innumerables mitos oscurantistas, así como narrativas o relatos en contra del desarrollo de nuevos proyectos y de la continuidad de operaciones; no obstante que para nadie es un secreto que el nuestro es un país minero, y sobre todo cuprífero, el mineral crítico que necesitará la cuarta revolución industrial.

Ahora bien, no es para nada un atrevimiento cuando decimos que el posmodernismo se posiciona en contra de la minería moderna. Pero, ¿por qué hacemos semejante sentencia? El posmodernismo es un conjunto de ideas que desafían y cuestionan las esencias de la modernidad (la ciencia, la verdad y la razón); y en lugar de ello considera que la verdad es relativa o que la ciencia es una “narración”, un “mito”, un constructo social así como le dan los santos óleos a los “grandes relatos”. No solo eso, en el posmodernismo se considera que el Estado es un aparato que solo construye “técnicas de disciplinamiento”, a manera de la teoría del marxismo.

Por todo lo anterior consideramos que el posmodernismo es el primer enemigo de la minería moderna, sector productivo que se basa, en lo principal, en la tecnología y en la ciencia. En otras palabras, en el posmodernismo —que es ese conjunto de ideas que dominan las escuelas, universidades, la academia y la intelectualidad ahora— se niega la ciencia o la técnica como base de la verdad o la razón. Todo es texto, todo es relato.

De allí entonces que por más esfuerzos que el sector minero moderno realice para informar (“sensibilizar” en la jerga posmoderna) o comunicar sobre los estrictos cumplimientos de los estándares sociales, ambientales o laborales; al final todo ello queda en la absoluta irrelevancia. Al final es “agua sí, mina no”, “agro sí, mina no”, “la mina contamina”, y tantos sentidos comunes que se construyen y desarrollan negando la ciencia o la tecnología.

Así, por más informes técnicos o científicos que el sector minero moderno presente o publique a los ciudadanos (incluido a los medios o a los intelectuales) al final ganará siempre el relato, la narrativa, el mito oscurantista. Peor incluso si desde el propio Estado se elaborara algún informe técnico o científico en el que se niegue la presumida contaminación de alguna operación minera moderna, será desvirtuada —por la izquierda posmoderna— como propaganda de los “poderes dominantes de las empresas mineras”.

Es increíble el daño terrible que un conjunto de ideas denominadas como posmodernas pueden hacer contra el Perú a través de los mitos, relatos y narrativas, contra un país todavía segundo productor de cobre al que le debe el pan y el sueldo. Frente al posmodernismo, más ciencia y más tecnología.

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