(Foto: Cosapi Minería)
(Foto: Cosapi Minería)

Días atrás el presidente del directorio de la estatal chilena Codelco señaló que el Congo ya “desplazó” al Perú como segundo productor de cobre a nivel mundial. No obstante de la noticia (negativa para el Perú, qué duda cabe), un funcionario de la Sociedad Nacional de Minería del país sureño (Sonami) también sostuvo que, en todo caso, “hay que esperar el cierre del año” para conocer si en realidad el Congo superará al Perú.

Ahora bien, la noticia no era nueva porque semanas atrás advertimos que en un futuro el Perú sería desplazado como segundo productor de cobre por el Congo. Sin embargo, la fecha prevista era todavía para 2026. En todo caso, cabe preguntarse si es cierto que Congo ya nos pasó en este 2023. Veamos.

Según documento de otra institución, la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), el Congo producirá 2.6 millones de toneladas, en tanto que el Perú poco más de 2.4 millones para 2023. Como decíamos líneas arriba, en todo caso esperaremos el cierre de año para saber si ello es cierto. Vale decir que si bien el Congo avanza a pasos agigantados en la industria, sobre todo cuprífera (en una década pasó de 815 mil toneladas a 2.4 millones en 2022, es decir del 4% a 11% de la producción mundial) aún no es una certeza que supere al Perú porque la producción minera, sobre todo del cobre (que no tiene sustituto) es una carrera de larga duración.

Un punto importante para nuestro país es que existe una estupenda cartera de proyectos mineros, sobre todo cupríferos. De los 46 proyectos mineros (US$53.130 millones) 25 de ellos son del mineral rojo. Si desarrollamos estos proyectos superaríamos de largo al Congo. Y si bien los nuevos yacimientos de cobre en el Congo tienen “buena ley” (alrededor de 4% a diferencia de Chile o el Perú), los costos del consumo de energía para minería son altísimos en el país africano (seguido por Chile, México y Australia). Además de ello, el Perú posee una reserva probada de más de 81 millones de toneladas frente a los 30 millones del Congo. Asimismo, la productividad y la especialización de los recursos humanos en el sector minero en el Perú son una fortaleza, amén de la infraestructura.

El problema no está en mirar al Congo, sino en mirar al Perú. Para ello se necesita tener una visión integral de la minería moderna como motor de la economía, la reducción de la pobreza, la decisiva contribución tributaria y la generación de empleos. Lo que importa entonces es lograr un gran consenso en la clase empresarial, política y cultural para el desarrollo de la industria minera y ello pasa fundamentalmente por tres puntos: 1, reformas para recudir la tramitomanía del sector público; 2, superar las miradas pequeñas, sectoriales y miopes sobre los conflictos y 3, una nueva comunicación de la minería moderna.

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