Su gran empatía y sensibilidad hacen que Carmen Cortez no sea una persona común. Tiene la determinación para enfrentarse a situaciones muy duras y un elevado espíritu solidario que la lleva a luchar por causas ajenas. Esta mujer valiente y solidaria es la fundadora de la Asociación Perú-Niñez, una institución que se dedica a la noble labor de ayudar a niños enfermos de escasos recursos.
Admiraba a Gabriela Mistral y quería ser poetisa como ella, pero su sueño se vio truncado por las necesidades económicas. Sin embargo, las historias de superación de las personas que llegaron enfermas a su albergue y hoy salen adelante suenan a poesía cuando son narradas por Carmen.
Desde los 15 años tuvo que mantener a su madre enferma y a dos de sus siete hermanas. Para lograrlo se mudó a Pamplona, en San Juan de Miraflores, y trabajó como empleada doméstica, locutora de radio y vendedora ambulante.
A los 18 años, Carmen se casó con Jaime Soto, a quien le pidió matrimonio. Tuvieron tres hijos y con la madurez de madre se reveló en ella otro sueño: tener un albergue para gente necesitada. “Yo veía a niños y viejitos mendigando en la calle y sentía dolor, el mismo que hasta ahora siento y al que no puedo ser ajena”, reflexiona.
Su trabajo solidario se inició en el colegio de su primogénita. Allí vio las carencias en infraestructura y los problemas sociales y puso manos a la obra. Tras ser elegida presidenta de la Apafa, logró revertir esta situación.
“Destapé abusos sexuales y problemas de violencia familiar. Los denuncié y me metí en muchas dificultades”, recuerda Carmen, quien al inicio llevaba a la casa de sus suegros a la gente desamparada que iba ayudando, hasta que logró conseguir un terreno donde albergarlos.Con la venta de desayunos, ayuda solidaria de autoridades locales, periodistas e incluso gente de la farándula, como Gisela Valcárcel, logró construir gran parte del albergue. Pero la muerte de su madre, de su hermana Charo y de su amado suegro la llevaron a pelearse con Dios.
“Mi hermana Charo antes de morir me dijo: ‘No te das cuenta que él me eligió para que tú te perfecciones en mi dolor. Pídele perdón a Dios y dile que te equivocaste’”. Fue entonces que retomó la fe y siguió trabajando.
En 30 años de actividad solidaria, Carmen ha ayudado a más de 14,000 personas y desea seguir haciéndolo hasta el último día de su vida. Con su vasta experiencia nos da un sencillo consejo: “no conformarse con ser ordinarios porque siempre hay tiempo para vivir de forma extraordinaria”.
“Mi sueño es implementar una sala de terapia física”, dice Carmen. Si quieres ayudarla, llama al 986459743.